Topónimos

27-06-2022
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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Topónimos. Nombres de lugares como flores del campo brotan, florecen aquí y allí. Y pueden ser de una elocuencia abrumadora:

Arroyo Parra, Arroyo Manteca, Arroyo Palma, Arroyo de las Vacas, Arroyo Barril, Arroyo Salado, La Noria, Las Norias, El Caño, Los Caños, La Laguna, Las Lagunetas o Lagunitas, La Ciénaga, El Cachón, Los Cachones… y así, casi ad infinitum y a todo lo largo y ancho del país y de cada pueblo y cada región.

Con el poder de síntesis brutal del poeta, Pedro Mir resumió el prodigio en cinco palabras: “¡…un asombro de ríos verticales!”.

A veces las distancias se medían en “pasos”. ¿Cuántos pasos se da al río para llegar a tal lugar?

Algunos conocimientos eran de enorme valor: ¿Dónde vadear el río?

Hoy el término “vadear”—pasar el vado—ha desaparecido. No sirve para nada. Quedan sus sinónimos con su carga de mansas metáforas, pero el vado se nos fue con el río.

Como se nos fueron los arroyos, los caños, las norias y cachones y las lagunas con sus aves migratorias. Cientos y cientos de cursos de agua borrados.

Todo se lo llevó la depredación del monte. A veces el conuquismo. Pero sobretodo el gran aserradero que fabricó nuestros primeros ricos. Todo se lo sigue llevando aún la depredación. La del monte. La del río.

A la velocidad vertiginosa con que unas cuantas familias engordan sus fortunas, pierde el pueblo los recursos que debían servir para poner fin a la pobreza y dar vida eterna a nuestra patria.

Los topónimos seguirán ahí para dar cuenta del crimen, del escándalo y la extinción: La Caoba, Las Caobas, Caobita, Los Robles, El Roble, El Capá, La Cabirma, La Ceiba, El Córbano, Monte Negro, El Montazo…