Te echaré de menos
Envejecer es un viacrucis en todas partes.
La sociedad de las personas desechables, de usar y botar, no quiere a sus envejecientes.
Sobran.
En Europa, durante la crisis sanitaria creada por el Covid-19 y por la precarización del sistema público de salud, luego de años de privatización y bajos presupuestos, los ventiladores fueron preferentemente para los jóvenes. Miles de envejecientes murieron en residencias por indolencia y escaso cuidado.
En la sociedad de las personas desechables, de usar y botar, muchos envejecientes, con fuerzas y salud aún, quieren ser útiles, trabajar, pero no hay empleos para ellos.
Pensiones miserables, gasto de bolsillo en medicamentos inaguantable por la insuficiente cobertura del Seguro Familiar de Salud, caída del programa de Alto Costo para enfermedades catastróficas, deterioro del 911 y desabastecimiento de Promese/Cal-Farmacias del Pueblo.
El desamor del Estado se convierte en dolor, en soledad.
Así están miles de maestras, médicos, enfermeras, ingenieros, maestros constructores, varilleros, electricistas, plomeros, trabajadoras domésticas, contables, periodistas, artistas, fotógrafos y camarógrafos y paro de contar porque la lista es interminable.
Una indiferencia perturbadora. Cruel.
Espacio pagado
Quienes habitamos la Comunidad Ojalá sabemos que somos diferentes y nos alegra serlo.
Nuestros contenidos son útiles para comprender y mejorar la vida cotidiana. Están libres de publicidad. Los anima la curiosidad, el rigor y los financia la gente.
Únete. Participa. Haz un donativo.