Tanto en común
Tantas cosas en común, recuerdos, problemas, ganas, ilusiones, pero tal es la prisa, que nadie se entera o se detiene a pensarlo.
La razón es muy sencilla, aunque difícil de admitir: la diferencia es un ingrediente identitario muy poderoso.
En la cotidianidad, zarandeada y asaltada por la incertidumbre, los altos precios, la precarización de los empleos, de la educación y de la salud, la muchedumbre ha sido llevada a creer que son más importantes las singularidades que la diferencian, que las desgracias e ilusiones comunes que la acercan.
El alma colectiva troceada en minúsculas verdades, ignora el común denominador de su infortunio y de su resiliencia.
Supuestos valores, líneas rojas infranqueables, sagrados principios (con trágicos finales) se erigen como valladares para no hacer nada juntos, para no pactar siquiera lo que aconseja el sentido común: compromisos para emprender acciones viables a problemas e ilusiones que son comunes a todas y todos.
Las diferencias más complejas de resolver, quedarían para después; con los pequeños éxitos y la confianza logrados en el camino.
Ya sabemos que el 2023 será un año muy difícil para hogares y negocios y más aún de seguir con las actuales políticas absurdas.
Conviene ir pensando qué hacer.
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