Secuestraron la alegría
Matan otro en otra esquina.
Desayuno matinal.
¿Adónde vamos a parar?
Sopla airada la vecina.
Piensa desde la cocina
que el país ya no anda bien.
Nunca ha sido un Edén,
pero tampoco un infierno.
No le gusta lo moderno
ni los cambios con desdén.
Sale al patio la vecina.
Mira la hermosa mañana,
por la sangre, desdeñada.
¡La muerte en una vitrina!
Se lamenta Josefina:
¡Hoy no hay con qué comer!
Ve su alma enmudecer.
Se aflige amargamente,
su destino impenitente
no cede al amanecer.
La crisis y la violencia
secuestraron la alegría.
Hay lamento noche y día,
se esparce la decadencia
y asoma la demencia
en verano o en invierno.
El sufrir se ha hecho eterno.
Nos gobierna el ausente:
sátira de un Presidente,
remedo de un Gobierno.
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