Saquean nuestros ríos
En menos de una hora recientemente he contado más de treinta camiones de volteo—algunos enormes—que salen de los alrededores del río Nizao.
Salen incluso chorreando agua. Son responsables del deterioro constante de las carreteras, pero habrá que preguntar a Medioambiente y a Obras Públicas si los dueños del lucrativo negocio pagan al Estado ese daño constante.
Y si en menos de una hora contamos más de treinta camiones de volteo ya usted puede imaginarse cuánta arena sale cada día de aquellas minas fabulosas, explotadas sin otro plan que el de la ganancia de algunos grupos económicos.
Pero no es Nizao, solamente. Es todo el país. Recientemente, caminando por Lechería, zona de influencia de los ríos Manoguayabo y Haina, entre otros, vimos el mismo desastre.
Enormes socavones por todas partes, incluso próximo a lugares donde hay campos de pozos de la CAASD.
En un cruce de caminos, dos personas entregan a los camioneros algo como un recibo o constancia y cuando les preguntamos que para quién trabajan su respuesta fue fulgurante: para el gobierno, nos despacharon.
No tenían identificación de algún negocio ni de ninguna institución, pero decenas de camiones volteo hacían fila para cargar con la riqueza que aquellos ríos acumularon en millones de años.
Que es propiedad del pueblo y que los gobiernos regalan por unos cuantos pesos más.Los ríos desaparecen.
Por trechos se hunden en los socavones. El gobierno mira hacia otro lado. No hay quien ponga orden, elabore un plan, proponga alternativa al expolio.
Los cárteles de la arena son todopoderosos. Los de la droga son chivitos hartos de jobo. Los de la arena tienen a su orden la policía pública o privada.
Han muerto quienes se han atrevido a denunciar u oponerse al despojo. Así dilapidamos arena y ríos.
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