Cada mañana disfrutamos el cafecito que nos anima a iniciar el día y se nos olvida pensar en la vida de los seres humanos que lo producen.

Salvar la caficultura dominicana es una urgencia humana y ambiental.

Los cafetales cubren el 14 % de la zona boscosa que garantizan los ecosistemas.

Nuestro café fue diezmado en décadas pasadas por varias enfermedades.

De casi 2.2 millones de tareas en producción bajamos a 1.6 millones, de cerca de 50 mil productores, hoy rondan apenas los 28 mil.

El gobierno pasado hizo una gran inversión en 11 proyectos agroforestales, sobre todo con café en las cuencas altas de la región sur y la Cordilera Central.

Es una lástima que el gobierno actual abadonara esos proyectos que beneficiaban a más de 15 mil familias.

Invertir en café:
👉🏻Garantiza la conservación de bosques.Salvar cientos de ríos y arroyos que producen agua
👉🏻Devuelve la esperanza a nuestros caficultores y sus comunidades.
👉🏻Asegura más de 200 mil empleos en las lomas.

Ojalá el Gobierno escuche el clamor de retomar los buenos proyectos pasados, abra más zonas de reforestación con café y asegure condiciones de vida digna en las comunidades para que sigan allí cuidando nuestros bosques.

Es tan fácil cuando hay voluntad y empatia, solo se tienen que dedicar fondos para invertir en:
👉🏻Apoyar las asociaciones y cooperativas con viveros y plantas, asistencia técnica, insumos, bonos para los productores, crédito blando, equipos, caminos, secaderos y factorías para agregar valor a lo que producen.

Recuerden que si » hay café en las alturas, hay agua en la llanura «.

Desde Baní hasta Polo, desde Los Amaceyes hasta Juncalito soñamos con el momento que en los cafetales vuelvan a subir los cantos bonitos de Chuines, Plenas Contrapuntos y Porfías.