En el horizonte de mi memoria no aparece un hecho de celebración de un primer aniversario de un gobierno tan pomposo, soberbio, caro y tan teatral como el que acaba de discurrir… Y en fecha fuera del protocolo tradicional de los actos del Estado.

El esfuerzo propagandístico y de publicidad ha sido enorme y al estilo de las “Semanas Aniversario”.  Cada ministro, director, vicepresidenta y el presidente por partida triple desfilaron por la pasarela del cumpleaños. Cada uno echando su cuento a su manera y estilo, con el discurso del 27 de febrero como una suerte de guion.

El gobierno anterior y una “cierta República” mal hecha como telón de fondo. Delante, los héroes de la reconstrucción nacional. El pasado objetivo y tozudo fraguado en una historia de más luces que sombras, mirado con desdén, y como  pura mancha. Nada bueno, todo malo, todo oscuro.

Asistimos a una metamorfosis de la historia y de la política en la que el relato pretende tragarse los hechos, la realidad misma, para dar paso a un mundo de medias verdades y a un río de promesas por cumplir.

Tantas promesas recreadas en escenas, como vacunas Covid 19 contratadas. Es más, parecería que piensan que las vacunas solo bajarían la positividad, la letalidad y los internamientos, si solo ellos la inoculan.

Si lo que acabamos de ver no es el montaje de un proceso reeleccionista, que venga Dios y lo vea. Y en realidad, lo que se ve son muchas promesas y pocas obras, aunque se pinte el firmamento mediático de lo contrario.