Para ganar, encarnó mejor que otros la respuesta enérgica deseada por los y las peledeístas ante la humillación y la desconsideración, el despojo de las conquistas sociales del PLD y la decepción ante un gobierno de escasas realizaciones.  

Hombre práctico, frases como “aquí lo que hay que hacer es”, “esto se resuelve así y de esta manera”, posicionaron a Abel Martínez como un político de acción, decidido, con carácter fuerte, empático y desafiante.

El también alcalde de Santiago, logró reunir, armar y energizar bien temprano una red de operativizadores locales de mucha experiencia electoral que le permitieron ganar voluntades en todo el territorio nacional.

Estructuró su relato ganador esencialmente sobre la base de capacidad, voluntad y experiencia resolutiva de problemas concretos: el hombre dispuesto a echar el pleito para devolver al PLD al poder.

La pregunta del día después sería: ¿qué hacer con el triunfo?

Bueno, loo que aconseja el sentido común. Ir más allá de la frontera de su mayoría en el PLD, ganando nuevos territorios en el alma ciudadana, federando aciertos, voluntades y diversidades.

En los relatos de todos los aspirantes del PLD, hay planteamientos útiles y compatibles que pueden enriquecer y convertir el relato inicial de Abel en el relato común atractivo para una mayoría de dominicanos y dominicanas afectada por el desamor de las políticas gubernamentales.

Un relato común sin cabos sueltos.