¿Reforestación o encerrona y anestesia?
Increíble, pero cierto. A un año de finalizar su mandato, el presidente Abinader y Medio Ambiente nos presentan un“plan de reforestación”.
¿En verdad tenían que pasar tres años de gobierno, que asesinaran a un ministro y que ardieran nuestras áreas protegidas para llegar a este “plan”?
Tres años perdimosen los que parece que ése no era un tema importante para el gobierno.
A un año de las elecciones. Con el rancho ardiendo. Con una denuncia aquí y otra allá. Con las áreas protegidas gravemente dañadas, el gobierno nos dice que“hay que reforestar”.
¿De cuántos millones de plántulas dispone ya el gobierno? ¿Cuáles son las especies a plantar y por qué? ¿Cuántas brigadas de pago? ¿Cuántas voluntarias? ¿Se reintegran las 300 brigadas canceladas en 2020? ¿Se reintegran los más de mil campesinos cancelados del Plan Reforestemos Quisqueya? ¿Cuántos millones están especializados en el presupuesto nacional?…
Cien preguntas más quedan en mi tintero porque anduve nuestras lomas invitado por el general Luna Pichirilo, eficiente y entusiasta gestor de aquél que sí era un plan. Acometido con tiempo y decisión. Con fondos. Con responsables a cada nivel. Con gerentes. Con comunitarios. Con programa y cronograma. Con acción y evaluación…
Con las elecciones a la esquina, la reforestación del gobierno—tres años después—huele a relaciones públicas. A encerrona para ambientalistas antes sublevados, ahora anestesiados frente al crimen de las barcazas instaladas en Los Negros, la depredación en Bahoruco oriental, Los Haitises, Nalga de Maco, Jarabacoa, Hatillo contaminada por Barrick…
Plan…no parece que haya gran cosa. Relaciones públicas sí que hay. Con presencia presidencial y todo. Anestesia para un movimiento ambiental indignado frente al robo en Bucanyé, ahora adormecido, otorgando al gobierno lo que más necesita: tiempo para llegar al 2024 sin ruido.
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