Un proyecto modelo. El Espartillar. Asentamiento agrario AC-584. Centenares de agricultores convertidos en productores exitosos. En empresarios. Ganaderos. Productores de pasto, sorgo, maíz, leche. 

Estaban condenados al abandono. A la pobreza. La visita del presidente Medina les cambió la vida. Abandonadas por insostenibles, las bombas de gasoil les fueron cambiadas por bombas eléctricas. Tecnología de última. Mercado garantizado. Tendrán de qué vivir toda su vida. Y sus familias. No tendrán que emigrar hacia las ciudades. 

Esa fue la primera parte. Cinco mil tareas. Año 2015. Otras miles de tareas de tierra y cientos de pequeños productores esperaban la segunda. Pero vino el cambio. Que cambia todo lo que no debe cambiar. Y para peor.

Debió continuar el proyecto. Avanzar con la titulación. Aprovechar lo que ya se había instalado. Continuar la organización. Cooperativas. Asociaciones. Crear empresas y empresarios. Crear capital social. La inversión elemental. Lo indispensable. Los campesinos solo piden atención. Cariño y ellos crecerán solos.

Pero no habrá segunda parte. Un gobierno concupiscente, en cópula viciosa, impúdica y permanente con el capital privado—extranjero para peor—patrocina el arrendamiento de aquellas miles de tareas al Consorcio Azucarero Central. Que pagará anualmente a cada parcelero mil pesos por tarea. Que los convertirá en dependientes de un “situado” que llegará cada año. Que castrará su iniciativa personal y familiar. Que, finalmente, les comprará para ampliar su latifundio y el monocultivo. Y continuarán la emigración y la pobreza.

¿La misión del gobierno? Sepultar cada éxito del anterior gobierno. Las tierras recuperadas en Pedernales, entregadas en fideicomisos obscenos. La producción nacional, sustituida por importaciones. Propiedad pública, social, convertida en propiedad privada a manos de extranjeros.

¿Qué otra cosa podíamos esperar de un gobernante cuyo patrimonio evade impuestos aquí y engorda  en paraísos fiscales?