¿Protestar contra la infamia?
Ni pose ni antifaz que en anteriores tiempos polvoreaban rostros de una raza de hombres sin principios, son hoy necesarios. Hoy la inmoralidad es la moral, el canon social establecido, enraizado en la osamenta.
Aprovecho este espacio, que se cuenta acaso entre las escasas excepciones de medios con sentido común, de la historia, de las clases y patriótico. Con nociones claras del oprobio al que es sometido un pueblo, que muchas veces ignora el nido que le forma el pájaro en la cabeza. Aprovecho este espacio, ya lo dije, para compartir una nota que recoge la profunda decepción en la que cayó el prócer Gregorio Luperón al ver que la balanza se ponía a favor de una nueva dictadura en 1887.
Expresaba Luperón en esas breves palabras, pero de profundo significado, el desánimo que le producía saber que el pueblo caía nueva vez en manos de un tirano; al ver cómo intelectuales y prohombres de la patria se sumaban al festín del sátrapa.
A continuación, comparto las palabras recogidas en “Notas autobiográficas y apuntes históricos”, de Gregorio Luperón, al considerar -como diría Borges- que son tan actuales, que bien pudieron haber sido escritas la mañana de hoy:
“Hoy la nación ha perdido principios y sentimientos, sin los que la libertad desaparece. Hoy el amor a la patria es carga en el fondo del bolsillo; anteriormente se llevaba grabado en el corazón. Muy pocos piensan actualmente en el porvenir, y parece que creen que la tiranía que los humilla y avasalla no tendrá fin, sostenida por la perversión de los grandes sentimientos populares; y como si la patria y el patriotismo fueran una quimera, corren detrás del opresor a venderles su derechos y sus libertades, con lo cual tienen los estúpidos la lógica satisfacción de sus bajezas. La concupiscencia se sobrepone a cualquiera otra consideración. El fraude en todos los negocios es regla, en vez de ser excepción. En política se engañan los unos a los otros, sin que ninguno tenga el valor de protestar contra la infamia”.
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