«El trabajo de jefe de Estado y de Gobierno es abrumador». La frase la recuerdo de la entrevista ofrecida por Danilo a Jatnna, en agosto del 2018.

De esa entrevista guardo otros detalles, mezclados entre un tema y otro, pero puntuales y llenos de premoniciones. 

Decía Danilo que si el discurso se correspondía con lo que harían, eran una seria amenaza para el Estado, porque no lo conocían. Que la gente confundía ataques con propuestas, y que era muy simpático hablar de corrupción y marcar a todos como ladrones.

El tiempo y la sociedad han sido los jueces, teniendo las acciones del cambio, desde el gobierno, como pruebas. 

El poder de compra del Estado, que alguna vez se usó para fortalecer a pequeños negocios y convertirlos en suplidores capaces, creadores de empleos y bienestar, hoy los destruye y los quiebra. Es un asunto de visiones y hasta de cariño.

Existió un Estado que desde 2012 al 2020 construyó más de 36 mil aulas (25 mil entregadas, 11 mil más dejadas en construcción. Ocho mil más de las prometidas) para garantizar seguridad, educación y alimentación a niños y adolescentes. No existe más, y los resultados están diariamente en los titulares y redes sociales.

El Estado que garantizó que la agropecuaria creciera, y fuera capaz de suplir a dominicanos y exportaciones con alimentos de calidad, producidos por manos dominicanas, es el que hoy los revienta con importaciones y poca atención.

El poder no tiene otro sentido que no sea servir, y esa también es otra frase de aquella entrevista.

Las excusas, el cuento de las buenas intenciones nos tienen detenidos, en algunos casos y retrocediendo, en muchos otros. Dos años han sido más que suficientes para comprobar que las premoniciones se convirtieron en una triste realidad.