¿Cómo es posible que un pueblo pequeño, a 90 millas, 140 km, pueda representar un peligro o un desafío para la potencia económica, política, militar y cultural más grande que haya conocido la humanidad, cuyas políticas tienen en llamas hoy a buena parte del Planeta y a la economía global hundida en la crisis permanente?

¿Cómo es posible que contra un pueblo pequeño, que no dispone de más recursos que su dignidad y la valentía de trillar un camino diferente al que se nos impone a los demás se descargue un odio tan terrible, se lo tilde de patrocinador del terrorismo y se lleve a cabo un bloqueo con resultados sólo comparables al exterminio que se consuma contra Palestina?

¿Cómo es posible que se mantenga una campaña de calumnias y un asedio constante con cruzadas de desinformación que cuestan cientos de millones de dólares?

¿Cómo explicar, además, que una política tan equivocada se mantenga durante más de sesenta años?

¿Cómo explicarnos que a 140 kilómetros de su implacable perseguidor pueda resistir y subsistir asfixiado, estrangulado, al embargo más brutal e inhumano?

Porque Cuba subsiste. Borrada de los mecanismos de financiamiento del mundo (BM, BID, FMI…). Aislada de la economía mundial. Impedida de negociar e intercambiar y perseguido todo aquel que intente negociar con Cuba.

No es cuba. Es el embargo el que ha fracasado. No ha podido contra el pueblo de Martí y de Fidel. El costo es alto. Muy alto. En vidas, en tiempo y en miles de millones de dólares.

Que Cuba no se doblegue. Que no se someta a la “democracia” made in USA que padecemos se interpreta en Washington como una derrota. De ahí la furia. El encono.

¿Por cuánto tiempo más habrá de sufrir este David de Nuestra América la furia terrible del implacable Goliat?