Por aquel entonces
De un tiempo a esta parte, la vida se ha vuelto un agobio para mucha gente. Angustia. Ansiedad.
Los oigo hablar… de la compra en el súper, del pedido en la farmacia, rompiéndose la cabeza como entretener a sus hijos en las vacaciones y al mismo tiempo pagar la factura de electricidad.
Viven una sorpresa desagradable cada día, a cada rato, en cada compra.
Y los salarios, igualitos.
Un tormento que no parece tener final.
Peor: se instala la idea de que con los altos precios, poco puede hacerse, más que reprimir el consumo, encarecer y recoger dinero… después de emisiones irresponsables.
Mientras se pide paciencia, comprensión y ánimo al pueblo, aquellos que deciden en el Estado están entretenidos en otros asuntos nada urgentes ni prioritarios.
En concierto con tales desvaríos, el caos y bullicio mediático en el que todos participamos “libremente”.
Sin duda, la entretención sirve para pasar el rato, el tiempo. Y no volverse locos. Aunque mañana sea peor.
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