Politizar la corrupción

18-07-2022
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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Lo peor que se puede hacer con la lucha anticorrupción es politizarla. Convertirla en espectáculo.

Las decenas de escándalos de corrupción surgidos en casi dos años del presente gobierno—acribillamiento de un ministro incluido—dejan muy claro que el problema no es particular, sino general. No es político: es social.

Politizar la corrupción es corromper la capacidad de reflexión y análisis de los ciudadanos. En ese tipo de corrupción entran medios y personas que engullen viciosos el plato que les sirven la PGR y el gobierno.

Politizar la corrupción es impedir a la gente darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor en materia ética y moral. Es aceptar como bueno y válido que un médico cobre diez mil pesos de consulta a un infeliz que muere de cáncer. Que un  profesional abuse de la ignorancia de su cliente para estafarle. Que un empresario adultere productos, altere precios. Que gobiernos inviertan ríos de millones de dólares en armas mientras su población sufre hambre, desempleo, ignorancia, enfermedades.

Politizar la corrupción es impedir que la gente descubra la naturaleza corrupta del sistema social, político y económico en el que nace, crece, se reproduce y muere… La naturaleza de una clase dominante que esconde su fortuna en paraísos fiscales para negar al país los tributos que permitirían más educación, salud, trabajo y comida para millones de personas.

Todos debemos estar de acuerdo con la lucha anticorrupción. Pero sin perversidades.

Presionados de dentro y de fuera, todos los gobiernos—unos más, otros menos—han estado instalando mecanismos de control del monstruo. Loable lo realizado en la gestión pasada que permitió a la actual descubrir y hasta cebarse en las lacras del sistema.

Sin embargo, presentar una trama sí y otra no; señalar los entresijos de un caso y esconder los de otro; insinuar que tal partido es corrupto y que el gobierno es santo… es corrupción de la peor.

No hay que ser especialista para ver toda la manipulación y subjetivismo que destilan ciertos casos. Cualquier juez medianamente instruido e imparcial los destrozará.

Y eso es hacer daño a una lucha que no debe cesar nunca. Hasta que hayamos construido una sociedad superior.