Poco que celebrar
Estamos en Navidad y cada día nos levantamos con hechos que nos alejan el ánimo de celebrar.
Duele que nuestra gente sea agredida y hasta pierda la vida en las calles en hechos que son prevenibles si se aplicaran las políticas públicas necesarias.
La política de endeudamiento del Gobierno es un camino seguro al cementerio financiero, mientas el Congreso sigue aprobando préstamos y venta de bonos que nadie ve en qué se han invertido hasta ahora.
Dice la propaganda que » aquí hay de to», que «estamos bien como nunca antes en la historia» mientras la realidad es otra.
Según los datos, por los altos precios y la baja en los ingresos, cada vez la gente compra menos productos y de menor calidad.
Millones de pobres pasaron a comer dos veces al día y si seguimos así, dentro de poco se comeran una comida si aparece.
En esencia, la pobreza crece y el hambre acecha.
La vida cotidiana se deteriora y el próximo año está lleno de incertidumbres.
Hace tiempo que no vivíamos una Navidad con tan pocas cosas que celebrar.
Dirán algunos que por lo menos estamos vivos para contarlo, pero vivir es poder contar cosas bonitas y no hacer un balance de miserias que no merecemos.
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