En recientes declaraciones el Presidente del Consejo Nacional de la Empresa Privada expuso la urgencia que tenemos como país de, no solamente progresar, sino que ese progreso llegue a todos.

Cuando dijo «todos», quiso decir el líder empresarial a los chiquitos también, a los desposeídos, a los que trabajan pero no progresan.

Lo dijo alguna vez un gran sociólogo alemán al evaluar el sistema económico de algunos países: el trabajo es de todos, pero la distribución de la riqueza, no.

Lamentablemente, el crecimiento del PIB no llega a todos.

Y cuando digo «todos» me refiero a la mayoría de dominicanos, para quienes ya estando desempleados, en el mercado laboral formal o en el informal, alcanzar el progreso o bienestar mínimamente aceptable les es cuesta arriba.

Hace falta inversión, innovación y una visión integral para alcanzar las metas de desarrollo. El líder empresarial está en lo correcto.

Requiere el impulso de nuestra nación del esfuerzo de todos. Hay que superar el lastre de la pobreza, mejorar las condiciones de vida de los que injustamente y por generaciones han sido marginados de la sociedad.

La visión empresarial es la correcta si se ejecuta un plan que vaya en la dirección planteada: impulsar el progreso atacando la pobreza.

El Gobierno, a la cabeza, debe integrarse y dejar de pasar como espectador, esperando que las cosas sucedan.

Peor aún, desmontando las políticas públicas que han dado resultado en el combate a la pobreza. Debe haber visión de Estado en el Gobierno. La improvisación no es el camino.