Para el Augusto César
Buen lugar. Un teatro. El Teatro Nacional, desde luego. Habrá que saber cuánto nos costará el espectáculo.
Será un LA Semanal. Aunque mucho más costoso, claro. El boato. Los recursos digitales para presentar cifras y logros. Todo más que justificado.
El hemiciclo congresual es muy poco para tanto.
El cambio está muy por encima de todas esas pequeñeces institucionales.
Es indudable que por falta de tiempo, quizás, algunos logros no se pondrán en pantalla:
Paralización de la Ciudad Sanitaria Luis E. Aybar. Descalabro del 911. Parálisis general de la salud.
Paralizadas setecientas escuelas indispensables.
Quebrados centenares de pequeños y medianos productores de huevo, pollo, puercos, leche.
Decenas de cooperativas y asociaciones campesinas ninguneadas, chantajeadas, llevadas a la quiebra.
Regreso de la corrupción a las importaciones agropecuarias.
Inflación criminal contra el bolsillo de los chiquitos.
Paralización de la micro y la mediana economía.
Privatización alegre de lo público en fideicomisos y alianzas público-privadas deleznables.
Desastrosa gestión en Medioambiente.
Y un larguísimo etcétera.
En fin, hasta el Teatro Nacional es pequeño para lo que habría que mostrar a las augustas delegaciones nacionales y extranjeras.
Qué lástima que no haya un espacio más amplio y majestuoso—todo un Coliseo, por ejemplo—para el augusto César.
Espacio pagado
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