Otra vez el presidente dominicano encabeza titulares internacionales. Otra vez junto al presidente de Ecuador. Esta vez como los presidentes más ricos de América Latina. Aquella vez como presidentes con cuentas en paraísos fiscales.

La misma fortuna guardada en las mismas cuentas. Así como los caminos van a Roma, sus cuentas van a «inversiones» en Panamá e Islas Vírgenes.

En contraste, en el país que gobierna el presidente dominicano, la pobreza se coloca casi en 24%. Los servicios públicos empeoran y la protección social se desvanece.

Mientras habla de transparencia, lo acosa la mancha indeleble de una fortuna señalada en paraísos fiscales.

Mientras habla de progreso y bienestar, el pobre acude a la ‘comicena’: la fusión de la comida y la cena en un único y famélico plato, porque no hay para más.

República Dominicana adolece de un presidente que habla y actúa como candidato -dos años después-. Muletillas como «vamos a hacer», son frecuentes en sus alocuciones.

La paciencia se impacienta.