El proceso electoral pasado fue cruel, agresivo y desgastante. Aunque no voy a mencionar las situaciones puntuales que hicieron de él lo antes mencionado, es importante recordar y reconocer que estuvo envuelto en mentiras y manipulaciones que, además de acrecentar la polarización, nos mantiene en un estado de crispación contra el contrario, donde los términos medios o punto de encuentros, parecen ser imposibles. Y así, la democracia se complica. 

Llegando al momento actual, en conversaciones con amigos o conocidos, uno puede notar que la gente entiende (que no es la realidad) que el papel de la oposición o es muy pobre, o no existe.

Por otro lado, ves al principal partido de oposición enfrentar a las autoridades con datos,  de forma precisa y por cada sector y tema. 

Entonces, ¿realmente no existe oposición o es que la oposición actual está haciéndolo de manera responsable, a lo que hace mucho tiempo no estábamos acostumbrados?

Más que gustarnos o no, la democracia se fortalece con el PLD activo, haciendo el tipo de oposición que hace, enfrentando con inteligencia y veracidad lo que se ofrece del sector oficial, con secretarías activas y con nuevas caras jugando papeles estelares.

¿Puede serlo aún más, y tan activa como espera una militancia deseosa de defenderse y mostrar con orgullo la obra de gobierno de su partido? Quizás, pero en algún momento hay que empezar a elevar y enderezar, si es que hay posibilidad de ello, el debate sobre temas de importancia para todos. 
Y parece que el PLD, desde la oposición, está cumpliendo con esa tarea.