Ojo al Cristo, que es de plata
Resulta fascinante (tristemente, debo aclarar) la forma en la que se ha desvanecido el interés por la defensa de lo que es de todos.
Y así como cada vez quedan menos defensores de la Patria, cada vez queda menos de lo público. Poco a poco nos están dejando sin nada. Nos gobierna la visión de que lo público, si no es manejado por lo privado, no sirve para nada, no funciona.
Mientras seguimos en las fanfarrias y los aplausos, vamos tomando caminos peligrosos, porque todo eso ocurre mientras nos convertimos en un país donde disentir no está bien visto. Desde la cabeza del gobierno hasta sus seguidores, la respuesta es airada, rabiosa, mostrando claramente que si no se hace como quiere y cuanto quiere, usa todos sus poderes para que se sepa quién manda.
Ya lo dije hace meses: Republica Dominicana es hoy más desigual y menos democrática. Aquí no hay línea divisoria entre Ejecutivo, PGR, Congreso y Cámara de Cuentas. A ver qué pasa cuando despertemos.
A la oposición, desmoralízala y persíguela.
A los tuiteros, que sepan que no pueden andar por ahí preguntando lo que todo el mundo quisiera saber sobre contratos del Estado. En ambos casos, sobran ejemplos.
Como corderos llevados al matadero, muchos enmudecen y no abren la boca. Los de antes, los del color esperanza, los amantes de la Patria y guardianes de lo público son hoy más necesarios que nunca. No están, desaparecieron.
Punta Catalina, la Policía, el transporte y la esperanza entregadas a fideicomisos. Y si no, pues rabieta y cuco.
Pongamos atención a las líneas pequeñas, a las cosas que pasan desapercibidas o que no se hacen públicas. Ojo al Cristo, que es de plata.
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