Nuestros pinares desaparecen
Nuestra especie endémica y emblemática de alta montaña, el pino de cuaba o pino criollo, está considerado En Peligro en la lista roja de la UICN en 2011, pero en nuestra lista roja de plantas vasculares de 2016, está en preocupación menor. Ya dije en 2021 que la última debe ser actualizada, sobretodo después de tanto corte con permisos del Ministerio aduciendo que eran plantaciones de la especie introducida caribea.
Según un estudio del Plan Sierra, en 2018 había unas 302, 500 ha de bosques de pino criollo en RD, según el Inventario Forestal de 2019, publicado en el 2021. La cobertura de coníferas, es decir las especies de hoja en aguja o escamosas como los pinos y cipreses, (no solo pino) era de 135.1 m2/ha.
Esta semana un periódico de circulación nacional se hizo eco de que la cobertura de nuestro pino se había reducido en un 54%.
Otro estudio del IDIAF de 2021 concluye que los turnos de aprovechamiento del Pino criollo son de 40/50 años versus el pino caribea, de 20/30. ¿Tendrá este resultado algo que ver con el festival de permisos de tala en supuestas plantaciones de los famosos planes de manejo de la Sierra de San José de las Matas y Santiago Rodríguez?
Está claro que las amenazas sobre nuestros pinares no hacen más que aumentar, como escribí en octubre del año pasado. Aunque los números y acciones de las autoridades no cuadran porque solo encontramos una publicación de siembra de 3,000 plantas en Valle Nuevo, en mayo del año pasado. Y si a este panorama sumamos los incendios forestales de los últimos años, se vuelve aún más sombrío.
Se plantea declarar Monumento Natural a nuestro pino criollo, pero, ¿sería esa la solución?
Las mayores extensiones de pinares están en tres parques nacionales de la Cordillera Central y el Bahoruco que acaban de ser reconocidos como Reserva de la Biosfera Madre de las Aguas.
Entonces, como dije en el caso de las Dunas de Baní, el problema no es la categoría, sino hacer cumplir las leyes vigentes y eso comienza por el propio Ministerio.
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