Normalidad destrozada
Las alzas de precios, la disrupción de rutas de comercio, sequías, olas de calor, inundaciones, escasez de fertilizantes y mayor precarización de los servicios públicos, están teniendo efectos perturbadores en pueblos y gobiernos.
Por un lado, destrozos en la normalidad de la vida de las personas y por otro, en la desprogramación de la obsolescencia (vida útil) de los gobiernos.
Esto se traduce en desesperación y muchedumbre en la gente. Y en noséquehacer y traspiés de los gobiernos.
Consumidos los ahorros, ahítos de impaciencia, hoy millones protestan en las redes, maldicen en supermercados y farmacias, cuando reciben la factura eléctrica o se enteran del alza en la hipoteca del apartamento y los pagos de las tarjetas.
Así se han vuelto muchedumbre en calles y campos (35 países) y también en las urnas y parlamentos (otros 9 países).
La situación está teniendo también un efecto de desgaste en los gobiernos. Se consumen. Se desenergizan.
La vida útil (obsolescencia) de los gobiernos y de su relato se ha desprogramado a una velocidad asombrosa adelantándose a los clclos electorales.
Resetear los gobiernos implicaría cambiar políticas y no solo ministros, lo que no es tarea fácil. Requiere ingenio, prudencia y corazón. Y quizá células madre.
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