Todo el espectro político ha concurrido a la convocatoria a Diálogo formulada por el presidente. 

El partido gobernante ahora quiere diálogo. Ahora quiere pactos. Ojalá sea un verdadero acto de sinceridad, a pesar del tufo oportunista.

Ojalá sea señal de madurez y de que mejores tiempos pueden esperarse en nuestra política.

Porque mientras fue oposición su actitud no pudo ser más montaraz. 

Rechazó todas las convocatorias formuladas por el gobierno Medina para concertar cuestiones fundamentales de presente y futuro de nuestro país.

Temas a los que manda una Ley 01 – 12 de Estrategia Nacional de Desarrollo que debe ser vademécum de gobernantes.

La oposición a Punta Catalina fue tenaz. Enfermiza. De contubernio con el negocio del subsidio que acogota el presupuesto nacional.

Parece que las concertaciones de antes no eran buenas. Buenas serán las de ahora.

Como no se firmó el Pacto Eléctrico—boicoteado también por el PRM—tampoco se discutió ni firmó el Pacto para la Reforma Fiscal. 

Aquellos polvos trajeron estos lodos. Hoy el presidente Abinader entiende que no se las puede arreglar como él entendía que sí se las podía arreglar Danilo Medina: sin pactos y sin reformas.

Una cosa es llamar al Diablo y otra verlo llegar, dice el pueblo.

Sólo  llegar al gobierno y en pocos días ya estaba firmando el Pacto Eléctrico. El mismo que se negó a firmar en la oposición. Sin agregarle una coma.

Ahora plantea su “nueva Restauración”. La “patria nueva” del presidente, como quien no quiere las cosas.

Prensa no le falta. Derroche de publicidad. Larga es la luna de miel. 

Pero hay que actuar rápido porque la población está harta de un año de malas noticias (inflación, despidos masivos y abusivos, peste porcina, desesperanza…).

El horno no está para galleticas.