No es nada complicado
No hay nada que preocupe más a una familia, después de la salud, que la alimentación de sus miembros.
Con la persistente alza en los precios de las medicinas y de los alimentos, esa preocupación ha adquirido dimensiones dramáticas.
Dramáticas porque se comprueba que las alzas de precios no eran ni son pasajeras (transitorias y en cierta medida resistibles), porque las alzas son indecentes y por la percepción que se asienta, mientras el tiempo pasa, que el Estado dominicano no quiere utilizar el inmenso poder que tiene en aliviar esta dolorosa situación.
Da la impresión que a esta calamidad alcista de precios se le tiene como fatalidad, ante cuya fuerza destructiva nada puede hacer el Estado ni el gobierno.
La innacción del gobierno para mitigar los efectos de la inflación se recibe en la población como indolencia y desamor.
Lo desconcertante es que tiene la respuesta a mano y no la utiliza, como es aumentar el ingreso real de las familias.
Bastaría que volvieran a funcionar adecuadamente el Programa de Alimentación Escolar y las estancias infantiles para elevar en casi 4,000 pesos mensuales por hijo el ingreso real de jóvenes familias.
Bastaría que las Farmacias del Pueblo estuvieran abastecidas permanentemente de los medicamentos genéricos para hipertensos, diabéticos y otras enfermedades para mitigar el azote de la inflación.
En fin, hay muchas cosas, sencillas, que se pueden hacer cuando hay amor al prójimo necesitado. —
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