Ni Quiroga

08-05-2022
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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Las versiones sobre los hechos sangrientos de las últimas semanas, son otro tipo de asesinato. 

Aunque no sacan dientes, quemen testículos o te encierren amarrado en una celda, esas versiones y “filtraciones” buscan colocar a las víctimas, en medios y redes sociales, como merecedoras del castigo y la sentencia de muerte.

Algo habrá hecho. La víctima, siempre culpable de su desgracia. Su orientación sexual, pasiones, salud mental, posición económica y hasta como se viste pueden ser motivos. 

Cuentos de amor, de locura y de muerte en una versión criolla, con la biblia en el centro.

Se desgarran las madres, padres, esposas e hijos, pero también la sociedad. 

No estamos seguros ni en compañía de nuestros hijos, como Leslie. Ni en una plaza, como David, ni en las calles o en nuestra casa, como en otros tantos casos. A palos, dentro de un cuartel, por equivocación o por demostrar poder; las razones las eligen los verdugos de gris.

Se complica el ánimo y el razonamiento. Como siempre, se jugará al olvido, mientras ellos siguen sacando sus más primitivas y despiadadas formas.

Sin control, con mil versiones oficiales que se enfrentan entre sí en cada caso. Pensemos en lo que nos vamos convirtiendo, en lo que nos están dejando convertirnos.

Lo que está ocurriendo en República Dominicana no es para risas. Hay que tomarse en serio la situación. No hay espacios para más promesas, ni golpes en la mesa, ni recules a lo ya dicho.

Las ruedas de prensa no detienen la hemorragia. Nos desangramos.

Vivir con miedo y desesperanza no es bonito. Lo que ha ocurrido en estos días, ni Quiroga lo habría podido escribir.