Muchas gracias y buena suerte

11-07-2024
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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En pleno 2024, las dominicanas seguimos no solo tratando de arañar un par de derechos, sino también intentando que las palabras y actos se reconozcan por lo que son.

Cuando se pensaba que se había visto mucho o todo, hoy encontramos en medios y redes a quienes defienden el derecho a violar (sí, a violar) solo por ser «la mujer de su marido».

“Ahora, si yo toy casado con mi mujer y me quito el condón porque me dio la gana y quiero embarazarla a ella, aunque ella no quiera, es mi mujer. ¿Para qué se casó conmigo, para qué se encuera conmigo?”

El diputado, miembro de la comisión de Justicia de la Cámara de Diputados, donde ahora se encuentra el proyecto del Código Penal que ya el Senado aprobó, y sus colegas quieren dejar claro lo siguiente:

Mi mujer es mía, la compré en un mercado donde se comió pastel y se bebió junto a la familia. Quieren decir sus compañeros y creadores de este atraso que, si el pastor evangélico acusado de violar a menores en Higüey, positivo para VIH, embaraza a una de las violadas, tendrá que parir el muchacho sin quejas.

Mudas, obedientes, aguantando y sin futuro.

Otra vez con las manos en la cabeza. Otra vez objetos para trueque. No somos las dominicanas dueñas de nuestros cuerpos, nuestros deseos y nuestras decisiones. Así nos quieren.

El lamento tuitero dividido, ese que hace política repentista tipo stand-up comedy y que pretende enfrentar la caída de los muros con un hashtag.

¿Qué más nos quitarán? Quedan cuatro años completos para seguir viendo la destrucción. Las pudientes saben a dónde y a quién recurrir, las de las perchas seguirán mutiladas, muriendo solas.

Mientras seguimos acumulando derrotas sociales y de todo tipo traídas por el Cambio y con los aplausos de siempre, recordemos lo que garantizó Danilo Medina en diciembre de 2016:

“Tenemos un compromiso con la mujer dominicana, sustento y guía de la familia, que con su trabajo enriquece nuestra Nación, y que con su amor y entrega marca la vida de sus hijos e hijas y los prepara para la vida. Sobre todo la mujer pobre, que trabaja sin descanso por asegurar la dignidad de su familia, y que es la que con más dureza se ve golpeada cuando ellas o sus hijas son abandonadas a su suerte. La mujer dominicana conoce bien el sentido del sacrificio, de la lealtad, de la solidaridad. No merece que la dejemos sola en su momento de mayor vulnerabilidad”.

A quienes eligieron el yugo para las mulas, muchas gracias. Para todas nosotras, buena suerte.