Mentalidad de Guerra
Hace unos días conversé con mi tía sobre mi padre y sus sorprendentes hábitos de organización y ahorro.
Compraba muchos productos en múltiples de dos, de tres o en cantidades que a otros, les parecería excesivo. Jabón, shampoo, pasta de diente, vitaminas, alimentos en lata y hasta camisas blancas para trabajar… cualquier bien básico necesario, lo acumulaba metódicamente.
Esta conducta, le explicaba yo a mi tía, es lo más parecido a una “mentalidad de guerra”, que tenían esas generaciones que sobrevivieron conflictos devastadores, guerras civiles y fuertes épocas de escasez.
Lo asumían como una estrategia de supervivencia que se extendería luego a una filosofía de vida.
Es una forma de ahorrar; no es dinero líquido que se deposita en banco, sino un ahorro en especie, en productos básicos necesarios para el día a día.
De esta forma, reducían el miedo a quedarse sin dinero cuando los productos estuvieran disponibles, y el temor a que los productos desaparecieran cuando tuvieran dinero.
Y es que durante las guerras, épocas de escasez o elevada inflación, lo que un día compraban, al día siguiente no le alcanzaba ni para la mitad.
Por eso, cuando tenían dinero, lo convertían en bienes tangibles como si fuesen lingotes de oro.
Así, en tiempos difíciles, en lugar de perseguir lo básico, tenían tranquilidad y tiempo para pensar.
De nuestros padres y madres, abuelos, bisabuelos, hay mucho que aprender sobre ese micro ahorro, para que mañana no nos falte.
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