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Todo el mundo te prepara diciéndote que no vas a dormir, nunca jamás. Ser madre, es olvidarse de dormir.

Lo que poco te advierten, es que te convertirás en una persona asombrosa, capaz de hacer mucho con poco, de armar las rutinas y viajes más extraordinarios del mundo, creadora de los sonidos de aviones más raros posibles y de las rutinas de danza menos coordinadas del mundo, capaz de crear las sonrisas y personas más bellas que pueden haber en esta tierra.

Ser madre es simplemente alucinante. Es querer que los gastos se multipliquen por dos o tres. Es desear que las farmacias y doctores ahora formen parte de tu lista de mejores amigos. Es buscar nuevo significado a los cumpleaños, navidad y año escolar. Es integrar nuevas palabras en tu diccionario, cuando decides ahorrar.

Lo que quiero contarte hoy, es que a veces se olvida el por qué de las cosas.

¿Por qué quisiste ser madre? Convertirte en esa persona asombrosa y alucinante?

¿Por qué apuntaste tu hijo en esa clase? Por qué le celebraste ese cumpleaños o compraste ese juguete?

¿Por qué compraste tú ese carro? Por qué gastaste en ese celular nuevo? Por qué te endeudaste?

En la vida, hay que tomar decisiones difíciles y en finanzas, es más complejo aún, porque no sólo influye la capacidad de tu bolsillo, también tus conocimientos del mercado financiero, tus actitudes hacia el dinero y tu estado emocional.

Piénsalo. Tomarás decisiones financieras más racionales, más acordes a lo que te hace feliz y a tus prioridades, si siempre acompañas tus decisiones financieras con una respuesta a un ¿por qué?

Lilliana Rodríguez-Álvarez, economista especializada en finanzas, con maestría en políticas públicas y sociales. Síguela en las plataformas X (antes conocida como Twitter) e Instagram @lillianarodalv