Luchar contra el olvido
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La primera parte fue negar. Nada servía. Nada se hacía. Nada.
La segunda parte, ahora, es borrar. Que nadie sepa. Que todo se olvide. Que todo se oculte. ¡Que todo se borre!, es la orden.
La tercera parte es adueñarse. Es el despojo. La expropiación. Es el todo lo hicimos nosotros. Yo. En un año. Así tendré la identidad robada. Yo, que no tengo.
Pero todo seguirá ahí: El 911, Punta Catalina, la jornada escolar de ocho horas, sus más de veinte mil aulas y estancias infantiles, la Ciudad Sanitaria Luis E. Aybar, Ciudad Juan Bosch, Riíto y el Museo del Carnaval en La Vega, Mesopotamia, Tenguerengue, la Nueva Barquita, el teleférico de SDE…
La realidad es tozuda. Todo estará ahí golpeándoles la cara. Por eso la embestida.
Ante la arremetida el objetivo principal es no perder la memoria. Luchar contra el olvido. No dejar que nos roben la identidad.
Los verdaderos ladrones son los que roban la verdad. Los que escamotean los hechos para ocultar la propia ruindad.
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