Libres y rehenes
Despiertas y lo primero que haces es mirar tu celular.
Sientes que tiembla la tierra y al segundo vas a Twitter a leer los innumerables “tembló”, en el timeline. Yo también.
Es ahí donde todo parece estar hecho y donde queda mucho por hacer.
En las redes queda claro el poder de la conexión, de unirse y reunirse.
Ahí somos productores y consumidores de información y, dependiendo del tema, activistas o pasivos.
Entramos para ser visibles, con necesidad de hacernos sentir. Vendemos, compramos, ganamos y perdemos.
Es donde se hace periodismo ciudadano y comunitario. Donde se practica el pensamiento colectivo y también prima el individualismo.
Somos lo que somos u ocultamos lo que realmente somos. Aprendemos, nos divertimos, somos sabios e ignorantes.
Hay alegrías, momentos duros, nos quejamos, celebramos, vemos persecuciones, dramas y tramas, como toda buena película. Hay sobreinformación pero no nos hace mejores informados.
Hay sorteos entre creyentes y agnósticos luchando por la razón. Como si fuera necesario justificar y colonizar el pensamiento del otro.
En las redes somos libres y rehenes. Tenemos el poder de hacer cosas y donde los demás lo permiten.
Sirven para hacer política y, sobre todo, para entender que un like o un rt no es un voto.
Con los comportamientos habituales que tenemos en las redes, queda clara la necesidad de sentirnos parte de algo, de conectarnos con otros y de encontrar nuevas formas de socializar.
Por supuesto, hay muchísimo más de lo que he escrito en estas líneas
Y cierro con las siguientes preguntas: ¿Qué estamos haciendo para hacer de ellas un lugar habitable? ¿Qué haces para que sea un espacio sano y de solidaridad?
Las “benditas redes sociales”
Espacio pagado
Quienes habitamos la Comunidad Ojalá sabemos que somos diferentes y nos alegra serlo.
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