Las siete palabras aquí y en Palestina
La Iglesia Católica no hubiese tenido que pronunciar el pasado viernes su Sermón de las Siete Palabras si hace dos mil años no hubiese ocurrido en Palestina el acontecimiento que recordamos cada Semana Santa.
En aquella región del Oriente Medio entonces ocupada por los romanos y que hoy comparten Israel y el pueblo palestino, ocurrió aquel memorable sacrificio mediante el cual un hombre entregaba su vida por la humanidad.
Es la propuesta cristiana: la muerte de un solo hombre redime a la humanidad entera. Lo expresa aquel personaje de Borges en La Forma de la Espada: lo que sucede a un hombre les sucede a todos.
Hoy en Palestina sigue el sacrificio. No de un hombre, sino de un pueblo. Casi 40 mil Jesús muertos. Niños, mujeres y ancianos en su mayoría. Los que no son asesinados por las bombas, los mata el hambre. Lo recordó el Papa Francisco quien reclamó un cese del fuego inmediato en Palestina y en Ucrania.
Aquí la Iglesia tronó el viernes una vez más contra las desigualdades, la tragedia de las cárceles, el alto costo de los alimentos y los medicamentos, la inseguridad, el desempleo y la precariedad en que vive nuestro pueblo.
Desde el púlpito, los pastores católicos fueron eco de los padecimientos del pueblo dominicano y uno de ellos hasta preguntó al Presidente si sentía que podía decir que “todo está cumplido”.
La pregunta es pertinente porque nada de lo prometido por el “cambio” ha sido cumplido.
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