Las marchas
El pasado domingo dos marchas se llevaron a cabo en el país.
Una convocada y aupada por fuerzas recalcitrantes que promueven el odio desde el patrioterismo. La otra, desarrollada por organizaciones sociales que reclaman la prometida intervención del Gobierno en San José de Ocoa.
La primera fue portada de diarios. La segunda, ni de los clasificados. Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, diría Joaquín Sabina.
En San José de Ocoa, como en otras tantas provincias, los pobladores se hartaron de un Presidente con complejo de candidato, que promete y promete como si aún no tuviera el poder para hacer las cosas.
Llenaron las calles, colmados y callejones. Alzaron banderas, gritaron. Exigieron lo que por derecho les toca, una vida más digna: empleos, obras de infraestructura vial y servicios de salud y educación eficientes.
Esa importante manifestación, ese reclamo de un pueblo de las montañas fue simplemente ignorado por el Gobierno y por los medios, que sí dieron especial cobertura a la marcha fanática y frenética de rabiosos patrioteros.
Sirvan estas líneas como manifiesto de solidaridad con el bravo pueblo de Ocoa, que dignamente arropó las calles contra el abandono y la indiferencia del Gobierno.
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