…La mona, mona se queda
Sería cómico, si no fuera tan trágico.
Hace dos años y cuatro meses nos pintaban villas y castillas.
Cual Júpiter tonante, desde medios bien engrasados, la turba vociferante proclamaba la “buena nueva”.
La del Estado chiquito.La fórmula mágica que bajaría los combustibles. La criminalidad que bajaría drásticamente en dos años. La reducción de la nómina estatal. La rebaja vertiginosa del costo de la vida. El advenimiento del reino de la abundancia y la transparencia. No habría corrupción…
Pero pasó el tiempo. Un año, y nada. Dos años, y menos. Casi dos años y medio de justificaciones. De improvisaciones. Allante y movimiento.
Cándida, ignorante, mucha juventud fue engañada.
Engañaron al país. Engañaron a la gente.
Hoy es el lloro y el crujir de dientes.
La corrupción campea por sus fueros. El 4% de la educación fue repartido impunemente. Depredación y reparto de los recursos naturales. Desmonte de la tanda extendida y programas conexos. La canasta familiar que no baja… Pero, eso sí, con regodeo en el crecimiento del PIB, que antes ridiculizaban. Sí, sería cómico, si no fuera tan trágico.
Ya en algunos círculos lo llaman Pablo, aunque ni pinta ni da color. Es por aquello de los picazos, que es parte del allante y movimiento.
En verdad, nada nuevo. Quienes vivimos la experiencia de tres períodos de gobierno de los profetas del cambio sabíamos que “aunque se vista de seda, la mona, mona se queda”.
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