La mística del servicio en el camino hacia el pueblo

01-07-2024
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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¿Cuánto puede servir a su pueblo una organización política que está fuera del Poder?

Nadie lo sabe más que el PLD que, de 1973 a 1996, aportó a la República Dominicana una cantera de líderes comprometidos con la superación de nuestros graves problemas de pobreza, desigualdad, abandono, marginalidad…

Todos esos líderes están diseminados en la sociedad. Y siguen aportando dondequiera que están.

En aquellos 23 años fundacionales el PLD aportó organización política y social; aportó educación política, histórica, CIUDADANA, en una palabra.

En sus organismos el pueblo aprendió a respetar horarios. A organizarse y a organizar su tiempo para ser útiles a sí mismos y a su pueblo. A formular planes de trabajo. A darse las formas para realizarlos y a evaluarlos. No se necesitó un instituto para ello, sino un PARTIDO en mayúsculas.

No es casual que el frente oligárquico persista en destruirlo.

A pesar de los graves errores éticos y morales de algunos de sus funcionarios, sus gobiernos dejan un legado de 20 años de crecimiento sostenido y excepcional en todas las áreas: de la economía, la educación y la salud a la infraestructura y la modernización del Estado.

Ésa no es la obra de sus presidentes solamente, sino de miles de militantes patriotas que cumplieron con su deber en el Estado por encima de los errores de quienes claudicaron.

El camino se perdió cuando dejamos de ser un partido de servicio al pueblo para convertirnos en la “fábrica de candidatos” del Conceptualizador que en 20 años desmanteló la más formidable estructura partidaria jamás conocida en nuestro país desde La Trinitaria de Juan Pablo Duarte para dar paso a la lucha de clases y a los instintos desenfrenados de la pequeña burguesía—o clase media.

Recuperar la mística del servicio es lo único que puede volver a hacer del PLD el más poderoso partido de República Dominicana.

Esa mística sólo se consigue en el camino de regreso hacia el pueblo. Camino que conocemos muy bien.