La doctrina del Shock
La gran encuesta ocurrió el pasado febrero 18. Manipulada groseramente por el gobierno. Pero encuesta al fin y al cabo. Votó alrededor de la mitad del padrón electoral.
Si aquella gran encuesta con una muestra de casi cuatro millones de personas fue manipulada, ¿qué no se podrá hacer con una de sólo 1,200 personas y financiada desde el gobierno?
Sin embargo, ¿por qué insiste el gobierno en sus encuestas en olímpico desprecio por la encuesta de febrero pasado?
Por la misma razón por la que intentó monopolizar el resultado electoral del 18 de febrero: provocar en la oposición y el pueblo el estado de shock. De conmoción. De aturdimiento. Estupor. Parálisis.
El método del shock se hizo doctrina hace medio siglo. Pero es más viejo. Lo explica Naomi Klein, brillante periodista e investigadora, en su libro La Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre.
El shock puede ocurrir de manera natural: el tsunami de 2004 fue usado para apropiarse tierras de playa; los incendios en Brasil los aprovechó el bolsonarismo para apropiarse tierras amazónicas; el Covid-19, para las farmacéuticas ganar fortunas fabulosas, y para quitar y poner gobiernos. En 2020 aquí sacó del gobierno al PLD.
Minuciosamente calculado y escalado. Desde la propaganda masiva, las amenazas de quema del Congreso, la instalación en la Plaza de la Bandera, las provocaciones a la Policía, hasta el sabotaje al software de la JCE en febrero 2020. Todo muy preciso. Elaborado por expertos internacionales.
El shock continuó con saturación de propaganda oficial, amenazas de persecución judicial, publicación de encuestas fabricadas, de nuevo provocación de abstención hasta lograr el resultado del 18 de febrero pasado. La paralización es un hecho. Afecta a buena parte del pueblo votante.
Salir del estado de shockes es tarea fundamental y solo se consigue con la movilización popular para lograr la votación masiva que quiere impedir el PRM por razones obvias.
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