La complicidad de los neutrales

15-07-2025
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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La neutralidad puede llegar a ser un privilegio que ciega.

No es que haya que meterse en todo, pero no sentir la necesidad de tomar partido o involucrarse en situaciones de conflicto, injusticia o desigualdad es algo que solo pueden permitirse quienes creen que no se ven directamente afectados por el problema que deciden ignorar. O mejor dicho, que aún no se ven afectados, porque ya les tocará.

Quienes sufren discriminación, violencia o injusticia no pueden darse el lujo de ser neutrales, porque su vida y sus derechos están en juego —y también los de los demás, tanto en el presente como en el futuro.

Un ejemplo sencillo:
Habrá quien aplauda cuando, desde su tarima de promesas y chistes reciclados, el presidente nos diga que todo está mejor que nunca, que dejará un mejor país cuando se vaya, aunque el evangelio que predica no tenga nada que ver con la realidad.

Evangelizará a los de siempre: a los privilegiados que, con la tranquilidad de cada 25, la publicidad y la buena vida, no sienten como urgencia que la salud de millones de dominicanos se derrumbe con la crisis de SENASA; que la destrucción del programa de alimentación escolar complique la nutrición de millones de niños y la estabilidad de sus familias; o que el tapón te acabe con la paciencia y la vida cada día.

La indiferencia y la inacción ya no son opciones válidas, porque hay realidades que no se pueden ignorar ni maquillar con palabras bonitas… ni con millones en publicidad. Los que destruyen van de frente y con intenciones claras.

Pasa con la aniquilación sangrienta de todo un pueblo. Por eso el genocidio se denuncia y se condena, aunque no sepas ni dónde queda Palestina.

El mal manejo de lo público se expone, aunque creas que no te afecta directamente. Y se vota en contra cuando llegue el momento.

Cuando se es neutral se vive en una comodidad disfrazada, un lujo engañoso que no dura para siempre. Cuando las sociedades, cuando tu país está en crisis, esa comodidad también toma partido.

Si no es del lado de los que luchan por la vida digna, por valorizar y proteger al ser humano ante su desgracia, entonces es muy fácil saber de qué lado están los silencios.

La neutralidad es en muchos casos complicidad.