La causa del honor
Con 25 años fundó la sociedad secreta La Trinitaria. Seis años más tarde fundó una república, parida de una férrea convicción.
Soldado de las ideas, en 1844 Juan Pablo Duarte nos regaló y le regaló al mundo una nueva nación: 48 mil kilómetros cuadrados que habrían de nombrarse, junto a su pueblo, geografía y tradiciones, República Dominicana.
Al hoy Padre de la Patria, nacido hace 209 años en 1813, se le ocurrió la hilarante idea de que un territorio en el que apenas vivían 100 mil almas en 1838 podía convertirse en un país libre, soberano e independiente.
Sufrió persecución, exilio, escasez de recursos y vejaciones de todo tipo. Juan Pablo Duarte lo dio todo. Más nada se le puede pedir a quien pusiera su juventud, talento, recursos -propios y de su familia-, su vejez, sus fuerzas, su espíritu inquebrantable, todo al servicio de la patria, a la que definió como la causa del honor.
Un verdadero líder, gran organizador, estratega, Duarte habló de la necesidad de ser una república independiente hasta en obras de teatro callejero, mediante el movimiento La Filantrópica.
Duarte el héroe, Duarte el sacrificado, Duarte el hombre de ética y moral inexpugnables… se abrazó a la idea de nación amando a la patria sin odiar a la extranjera.
El profesor Juan Bosch destaca en Composición social dominicana que Duarte y los trinitarios, incluso, se aliaron en 1843 a la pequeña burguesía haitiana que estaba organizando, y que al fin hizo, la revolución de la Reforma, un proyecto secreto para derrocar al presidente Jean Pierre Boyer.
Amor al prójimo y a la patria. Duarte inmortal.
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