Durante toda la campaña electoral del 2012, Danilo Medina advirtió sobre la necesidad de que República Dominicana se diera el Pacto Fiscal que propone la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo del 2010 (END).

Ocho años pasó el expresidente predicando la necesidad de ese pacto fiscal a todos los sectores del país.

Oportunista, prejuiciado, imprevisor, demagogo, el PRM entonces negaba tal necesidad. No importaba la previsión de quienes trabajaron la END (organizaciones, especialistas, legisladores, líderes sociales…).

Ocho años pasó Danilo Medina gobernando con recursos ya limitados y con la oposición cerril del PRM al pacto.

Fueron ocho años de verdadero ahorro. De verdadera frugalidad. De anular tarjetas de crédito que gobiernos anteriores usaban alegremente. De planificar con rigor, evaluar y gastar con más rigor. De disciplinar las compras y la nómina del Estado, de postergar inversiones…

Lo que se hizo está ahí. Habla con elocuencia: estancias infantiles, escuelas, 911, más de 50 hospitales, centros de diagnóstico, Punta Catalina, 4% para Educación… Se hubiese hecho más. Pero se hizo todo lo que se pudo.

Hoy, a un año de gobierno, el PRM se confiesa. Improvisador contumaz, no habla de pacto. Habla de “reforma”. Es decir, de paquetazo fiscal. Y lo quiere rápido. “Sí o sí”, dice desafiante.

¿Con qué derecho?

Más aún, ¿con qué moral exige más sacrificios a la población quien impunemente evade sus deberes tributarios poniendo sus capitales en paraísos fiscales?

El Pacto fiscal que defendió Danilo Medina no era una improvisación: era un mandato legal y de sensatez de la Ley de END.

El paquetazo fiscal propuesto por el PRM no es sólo otra improvisación: es también una provocación contra la población más vulnerable.

¿No es hora ya de dejar de jugar con candela?