Juan Bosch tenía (y aún tiene) razón
El X Congreso del PLD ofrece una magnífica oportunidad de avanzar en restablecer prácticas que sirvieron para construir un PLD funcional, admirado, confiable y en el que militar o ser miembro, daba gusto y reconocimiento social.
Aquellas prácticas, como la disciplina, la puntualidad, la planificación y evaluación del trabajo, la frugalidad, la lucha social en las comunidades, el ejercicio de la política como pedagogía, entre otras que mucha gente recuerda con nostalgia, no fueron hijas del capricho de su fundador.
Se originaron en la atenta mirada sociológica y psicológica que hiciera Juan Bosch sobre el comportamiento de las clases sociales en nuestro país, de los partidos políticos, movimientos e instituciones sociales, culturales y religiosas.
Comprendió Bosch que era necesario crear un partido resistente al naciente fenómeno mundial de la privatización de la política que convertía a los partidos en marcas blancas, sin soberanía, con estructuras infuncionales, lealtades fragmentadas, acompasados por un arroz con mango ideológico.
El diagnóstico y recomendaciones de Juan Bosch, lejos de perder vigencia, son hoy más que actuales: los partidos viven frecuentes estallidos de ingobernabilidad caótica.
Caos que desorienta y desanima al pueblo.
Para los y las peledeístas llegó la hora de restablecer el orden en el caos. De recuperar la armonía con nuestra ideología liberadora, la unidad con planes de trabajo medibles y devolver a nuestro accionar político su función pedagógica.
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