Las cosas que realmente se comprenden son las que se miran desde adentro y desde abajo. Mirándolas desde arriba y desde afuera no se entiende nada.

No es la frase exacta, pero es parte de lo que expresó Galeano en una entrevista de no recuerdo qué año en la televisión brasileña. Hablaba de la época que vivía América Latina en aquel entonces y de cómo las historias que uno cuenta y multiplica permiten convertir lo distante en cercano.

Podría parecer pura filosofía de uno de mis genios favoritos, pero es una reflexión fácilmente asociable a la comunicación política actual en cualquier parte del mundo.

¿Están los partidos políticos conectando con la gente desde “adentro y abajo”?
¿Le ofrecen a la gente soluciones posibles a sus preocupaciones reales?

La trampa fue puesta y muchos partidos han caído en ella. Muchos reducen su estrategia de comunicación política al humor, la parodia y tendencias vacías. Ridiculizan a sus figuras principales para ganar “conexión”, entendiendo que por ahí e’ la cosa y nada más.

Lo que me resulta un poco cuesta arriba de entender es cómo muchos dejan de lado lo que realmente importa y que, sin una visión de país que la gente entienda, sin la capacidad de contar quién es, para quién lucha y por qué existe, no hay algoritmo que lo salve. Lo “chulo”, lo que te da ChatGPT, hace que todo el contenido que se produce sea puro ruido.

Los algoritmos premian muchas veces la ocurrencia ante la sustancia, pero la gente necesita liderazgos que, más allá de entretener, los inspire, los guíe y los represente.

Hay que volver a mucha gente. A Lakoff, por ejemplo, quien explicando sus marcos —esas estructuras mentales que usamos para entender el mundo— decía que el verdadero debate no está solo en los hechos, sino en quién define el marco de ese debate.

Y hay que volver a Riorda, quien hace unos días escribió que con argumentos y autenticidad se puede volver de muchas situaciones, pero del ridículo es muy difícil volver.

La política no puede quedarse en lo instantáneo, en lo vacío y en lo viral.