La indiferencia es pecado espiritual. Nos aleja del prójimo, nos vuelve insensibles.

Ejercer la política y el gobierno obliga a la cercanía, al diálogo, la comprensión y sobre todo dar respuestas a las necesidades de nuestra gente.

El Gobierno del Cambio ha preferido las poses, las tarimas y la propaganda, mientras hace gala de su indiferencia ante este pueblo.

Hay que ser muy indiferentes para desmantelar la Atención Primaria en Salud y abandonar el Programa de Medicamentos de Alto Costo poniendo en peligro la vida de miles de enfermos pobres.

En Educación, aparte de indiferentes han sido insensibles.

Recibieron más de 25 mil nuevas aulas y las dejaron deteriorar en medio de la pandemia.

Teniendo los recursos, no dieron mantenimiento ni terminaron decenas de escuelas y liceos casi listas, ahora faltan aulas y por arte de magia van a alquilar locales para almacenar estudiantes.

El nuevo año escolar peligra, a pocos días de su inicio,nadie sabe de libros, útiles y uniformes.

Puede que tampoco se pueda ejecutar el Programa de Alimentación Escolar por los líos en INABIE.

No hay cupo para los estudiantes en cientos de escuelas, puede que miles de niños, adolescentes y jóvenes queden fuera de las aulas este año.

Al Gobierno del Cambio le sobran palabras vacías y promesas, pero le falta empatia real hacia un pueblo que necesita gobernantes solidarios.

Recuerde presidente que la indiferencia es un pecado espiritual y con su política, quienes la pagan son los pobres de esta tierra.