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La vida es sagrada, seamos creyentes o no, es el don más precioso que tenemos.

Estremecen los datos y noticias que cultivan la muerte y no la vida.

En los últimos tres meses, los feminicidios aumentaron un 23 %. En ese número se fue la vida de mujeres que tenían sueños, quedaron familias destrozadas víctimas de la violencia machista y de la cultura patriarcal.

Una sociedad así no honra la vida.

A la escena del crimen volvieron los ajusticiamientos a mansalva por parte de las autoridades

Este comportamiento es fruto de un modelo autoritario que se salta las leyes y le hace culto a la muerte para ejecutar indefensos ciudadanos.¡Qué forma de despreciar la vida!

Pero hay otras maneras de cercenar vidas, por ejemplo:

Convertir la salud en un negocio, que afecta sobre todo a la clase media y a los más pobres.

Adulterar y especular con medicinas y productos básicos que necesita el pueblo.

Abandonar programas de crédito digno en el campo y para mipymes.

Desmantelar subsidios a los sectores más necesitados en medio de la pandemia.

Dejar sin empleo y negarle sus prestaciones a miles de dominicanos.

Llevar a la quiebra a miles de productores por medio de la especulación.

Esas y muchas acciones que el Gobierno está ejecutando y permite, nublan sueños, hieren esperanzas y condenan a millones de dominicanos a ser medio muertos en vida.

Sumadas al crimen oficial, esas malas políticas están muy lejos de honrar la vida.