Hay un mundo en el país
Hay un país en el mundo
desigual y atormentado
por los precios del mercado.
Hay un país iracundo
cada minuto y segundo,
aturdido, despistado,
estanflado y aplastado
por pandemia e inflación
y por improvisación,
corroído y estafado.
Cargan muchos con la cruz:
una tragedia, una vida,
un disparo en la avenida.
Asalto en el autobús.
Hay un hospital sin luz.
Una nevera vacía,
al igual que la alcancía.
Mucho sufren los de abajo,
mucha gente sin trabajo:
miseria y melancolía.
Hay un mundo en el país
relegado a su suerte,
al olvido y a la muerte.
Triste hogar del infeliz,
pobre desde la raíz,
que no vive, sobrevive,
pues todo lo que consigue
no alcanza para comer.
Y en un nuevo amanecer
la miseria lo persigue.
¿Hay un país? ¿Hay un mundo?
¿Productores y praderas?
¿Niños sanos en la escuela?
¿Hay un cambio bien fecundo
o un Gobierno moribundo?
¿Hay comida al mediodía?
¿Seguridad en la vía?
¿Inversiones, paz social?
¿O un galáctico animal
que devora la alegría?
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