Parte el alma ver a los funcionarios gubernamentales hacer y deshacer y al presidente de la República ir indiferente de un tema al otro, de una recepción a otra, de una Semanal a otra y de una intrascendencia  a otra sin que veamos un plan concreto en ejecución.

Cuatro años dilapidó el presidente Abinader en un ejercicio gubernamental opaco, entre picazos y palazos—gobierno de pico y pala le llaman—y aún el país y el pueblo contemplan impotentes y expectantes un gobierno sin norte. Sin más prioridades que los negocios de sus funcionarios.

El escándalo de los alquileres de locales de OGTIC y Migración es la mejor medida del absurdo gubernamental.

Cerca de tres mil millones de pesos son comprometidos por dos funcionarios del gobierno para alquiler de locales por cinco años y al presidente Abinader—que buscaba chupar 125 mil millones de pesos de los maltrechos bolsillos del pueblo dominicano—eso no parece preocuparle.

A estas alturas el pueblo dominicano debía estar en las calles exigiendo responsabilidad, transparencia y compromiso al gobierno derrochador, pero tal parece que ya todo se dirimirá rabiando por las redes sociales mientras el gobierno tira las puertas por la ventana en un acto que fuera suicida si no fuera criminal.

Porque es un crimen de lesa patria utilizar los fondos públicos con semejante desparpajo e indolencia.

Nuestro país es hoy un barco a la deriva y las organizaciones sociales—partidos opositores y empresariado responsable los primeros—deben asumir su responsabilidad.

Deben convocar de emergencia al pueblo dominicano. A todas las fuerzas sociales, para llamar al gobierno a la sensatez.

¿Hasta cuándo vamos a estar observando impávidos cómo se dilapida el erario público con semejante indolencia e impunidad?