Haití, los haitianos y la vacuna.

18-02-2021
Quiero que sepas
Ojalá, República Dominicana
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El asunto debe de abordarse sin prejuicios, con rigor sanitario y razón económica.

El gobierno dominicano presentó un cronograma esperanzador para la vacunación. Sin embargo, pareciera que existe la intención de no vacunar a la población trabajadora haitiana que convive con nosotros, lo que sería un grave error por varias razones.

Todas de puro sentido común.

Si vacunamos sólo a la población dominicana y no incluimos a la población extranjera (mayoritariamente haitiana), la tarea estará incompleta desde el punto de vista de la estrategia de inmunización en el país.

El virus no conoce fronteras, ni color de piel, no pide pasaporte ni cédula, tampoco distingue idiomas. El virus es una realidad y la presencia de los haitianos también.

Sin el trabajo duro de esa población haitiana que convive con nosotros, no al lado, en el país vecino, sino entre nosotros, en pueblos, ciudades y campos, mucho de lo que vemos, habitamos y comemos no tendría explicación.

Haitianos están presentes en la construcción de carreteras, puentes, apartamentos, hoteles, la siembra y cosecha de granos, víveres, vegetales y la producción de huevos y carnes.

¡¿Oh, y entonces los van a dejar fuera, no los van a inmunizar para que se contagien y contagien a los dominicanos?!

¡Una estupidez sanitaria!

¿Nacionalismo, patriotismo, que no tenemos dinero, que vayan a vacunarse a su país?

Ser patriota es querer una Patria libre de contagio por COVID-19.

Ser patriota es querer una Patria que recobre su vitalidad económica y para ello nada tan urgente y más importante como la reactivación de la construcción y de la agropecuaria.

En nuestro país, los nazionalistas, mayormente mulatos que reniegan de su abuela o abuelo negro y dos o tres supremacistas blancos, están al acecho de cualquier ocasión para hacer patente su odio al negro, al trabajador, envueltos en una bandera tricolor de grupo carnavalero político.

Estos segregacionistas, partidarios de muros sociales, raciales, culturales, religiosos y políticos, están en una posición muy difícil porque la pandemia ha dejado muy claro que el planeta es uno, una la humanidad, una la economía y una la seguridad sanitaria.

Haría muy mal el Gobierno si le hace caso a ese grupito de irresponsables políticos y comete el desatino sanitario, económico, humano y político de no vacunar a un trabajador extranjero residente irregular en nuestro país por ser negro haitiano.

El presidente Abinader y buena parte de su gabinete estudiaron con los jesuitas del Colegio Loyola.

Francisco, el papa, jesuita argentino, ha hablado muy claro sobre las vacunas y los inmigrantes. Monseñor Ozoria, también.

Que lo piensen otra vez.