Gracias por sus remesas
El crecimiento constante de las remesas que envían nuestros hermanos ha sido por décadas un sostén vital para miles de familias.
No vamos a hablar de números, miremos lo que hay detrás de esas formidables sumas.
Lo primero es reconocer que el pueblo dominicano es profundamente amoroso con el prójimo.
Detrás de cada envío hay miles de madrugadas bajo la nieve para trabajar con dignidad y sacar ese pequeño aporte solidario para nuestra gente.
Muchos de esos papelitos deben haber sido empapados de lágrimas que esconden promesas cumplidas.
Miles de madres, abuelas y padres tienen mejores viviendas, comida y medicina gracias al amor solidario de hijas, sobrinos y hasta comadres que envían sus chelitos a quienes los necesitan.
Quizás tengamos más jóvenes profesionales gracias al apoyo de algún familiar que costeó los estudios.
Muchas vidas se han salvado porque llegó a tiempo el dinero para una cirugía o un tratamiento de alto costo.
En medio de esta pandemia, nuestros dominicanos en el exterior son una sinfonía de corazónes que laten y se mueven ante las necesidades del prójimo y sus familias.
Quizás nunca pensamos que detrás de esos millones de dólares hay trasnoches, vejaciones por ser latinos, sudores, lágrimas por falta de amor o un abrazo y trabajos sin horario que nunca nos han contado.
Abracemos a millones de mujeres y hombres que entregan sus vidas en el exterior, con las manos en el trabajo y ese corazón amoroso en su gente que les necesita en esta patria.
Nada es fácil, tampoco sus vidas, hermanos de la diáspora.
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