La bruma domina redes y noticias.

Anda un ejército de derrotistas y adivinos del mal que nos llenan la vida cotidiana de sangre, fracasos y matan la esperanza.

Cierto que hay violencia y la muerte acecha, más cierto que vamos de mal en peor, sin embargo, por amor a este trozo de tierra que nos vio nacer, estamos obligados a mirar otros ángulos de la vida de nuestra gente.

Pueden seguir con la propaganda y meter tanques y todo el ejército a los barrios pobres y por cada delincuente o punto de droga que encuentren, la realidad es que allí viven en miles de hogares familias que salen cada día a trabajar y ganar el pan para sobrevivir.

Por cada mote de algún joven desviado que maten, cada mañana miles de muchachos y muchachas salen a estudiar para insertarse en una sociedad que los mira por encima del hombro.

Les cambiamos cada vago en una esquina, por los millones de personas que hacen lo que sea para vivir de manera honesta.

Nos quieren vender la idea de que donde hay pobres hay violencia, suciedad y todo está perdido, pero no, lo que sí es violento es la pobreza que genera la riqueza sin límites, esa mata más que las balas.

Hace mucho daño el discursito de que estamos llenos de chapeadoras, la realidad cruda es que más del 60 % de nuestros hogares los sostienen mujeres, miles de ellas madrugan hasta para vender yaniqueques o café en una esquina y mantener sus hijos, las hay profesionales de éxito que hicieron sus carreras a fuerza de sacrificio.

Ante el discurso de la derrota, elevemos la estima de cada ser humano que habita esta isla.

Los dominicanos y dominicanas somos solidarios, trabajadores, amorosos, acogedores, perseverantes, dignos y sobre todo luchadores.

Esta patria está llena de gente noble, capaz de superar todas las adversidades, por difícil que sean los días que vivimos, la esperanza debe ser nuestro norte para combatir el relato del fracaso.

Por encima de las miserias y los miserables, República Dominicana está llena de gente buena.