Galeano
¡Qué semana!
Ha sido perfecta para tristemente, y creo que por primera vez de esta forma, redescubrir a Eduardo Galeano.
Y si, el tema haitiano tiene que ver. Creo que se aprovechó cada momento para desencadenar, como si hiciera falta, ese odio acumulado contra los de al lado, los pobres, los diferentes.
El orden es necesario. Lo debe desear todo el mundo, aunque sea por razones diferentes. Pero en ese camino, en la búsqueda de esa reglamentación, nos estamos llevando el sentido y la humanidad.
Nos vamos convirtiendo en esa civilización de soledades de la que hablaba Galeano, en la que nos encontramos y desencontramos sin reconocernos; nos organizamos para el desvínculo y, por supuesto, Haití se ha convertido en una amenaza y no en una oportunidad.
Necesitamos enemigos y, si no existen, hay que inventarlos. Haití encaja perfecto.
No se trata de que nos hemos cansado de ser solidarios, o de que no se cumplan las leyes migratorias dominicanas. Se trata de que poco a poco nos estamos envolviendo en el concierto de los des: desorden, deshumanización y desconcierto.
Que mal nos queda tomar las piedras para el más chiquito. Para la preñada a punto de parir, montada en un autobús desangrando con humillación la entrepierna y la esperanza. Relatos cargados de manipulaciones y abusos que muestran claramente que no se quiere tomar el tema por donde corresponde. Todo patrocinado desde el Gobierno dominicano.
Ojalá con este tema empecemos, como decía el mismo Eduardo, a sentir con el propio corazón.
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