Primero se fueron de los métodos. De la ideología. De la mística del compromiso con lo que nos une.

Construyeron otras fidelidades. La fidelidad ya no era al Partido, sino al grupo.

Al grupo que se asumía partidario, pero era personal. Vaya a ver las razones.

El objetivo dejó de ser el Partido y sus propósitos patrios. El objetivo era ahora las elecciones.

Cuando en su imaginario el Partido dejó de ser opción electoral, se fueron.

En verdad, se habían ido hace mucho en pos de propósitos personales.

El partido los hizo, pero entienden que fue al revés. Craso error. Líderes y liderzuelos que el sistema pare por cantidades industriales en nuestros países.

Es lo mejor que podía acontecer al PLD. Falta saber si éste sabrá aprovecharlo. Porque es hora de reinventarse. De refundarse.

Los métodos. Las ideas de Bosch que tanto sazonamos en documentos. Su compromiso ineludible con la educación política del pueblo están ahí.

No es difícil, aunque sea fatigoso, plagados como estamos de oportunismo y cortoplacismo.

Si el horizonte es el 2028, bien corto y menguado es.

Si el horizonte es el pueblo, la humanidad y sus actuales angustias, fecundo, exuberante es.

Entre uno y otro horizonte están la riqueza y la verdad de la experiencia y el camino.

La Fábula de los Tres Hermanos, de Silvio Rodríguez, parece convocarnos de nuevo “a descubrir y a fundar”.

¡Que nadie se pierda el convite!